Cristianismo: ¿La verdadera fe, o una religión más?

Seguramente, lo primero que le diría un agnóstico o un ateo a un cristiano sería lo siguiente: “Hay tantas religiones en el mundo, y cada una de ellas asegura tener la verdad, ¿cómo podemos demostrar que el cristianismo es la verdadera fe, y que todas las demás están equivocadas? ¿O acaso somos otra religión más, de las muchas que hay en el mundo?"

Por supuesto, hay miles de religiones en el mundo, pero si queremos demostrar cuál de todas dice la verdad, entonces debemos poner a prueba lo que cada una de ellas sostiene, y lo que cada uno de sus fundadores predicaba. Si ellos decían la verdad, entonces debe haber una prueba real que compruebe sus palabras. De lo contrario, las enseñanzas de estas religiones y líderes son sólo filosofías o pensamientos personales, pero no la verdad absoluta. Veamos lo que estas religiones enseñan (información proporcionada por Gotquestion), y si existe una prueba que compruebe tales afirmaciones. 

Hace 3.500 años comenzó a surgir en la India el hinduismo, bajo un conjunto de creencias por separado. Los hinduistas creen que toda la realidad y existencia son un aspecto distinto de una misma divinidad suprema, el Brahma. Es por ello que adoran a más de 300 millones de dioses, pues todo es divino. La meta del hinduista es convertirse en uno solo con este Universo divino, aun cuando deje de existir de forma ilusoria como “ser individual”. Mientras no alcancen esta meta (moksha), se reencarnarán repetidas veces hasta auto-realizarse hacia la verdad, que sólo Brahma existe y nada más. La manera en la cual una persona se reencarna depende del karma, un principio de causa y efecto gobernado por el balance natural: todo lo que se hace en el pasado, incluyendo reencarnaciones pasadas, tiene su correspondiente efecto en el futuro. De manera que todo ser humano finalmente se convertirá en lo divino. Pero, ¿qué pruebas entregan los hinduistas para defender sus creencias? Ninguna. Solo fe. 

 
En el siglo VI a.C. Siddartha Gautama decidió sentarse bajo una higuera, conocida como bodhi, y se desafió a no levantarse hasta encontrar la iluminación. Así pues, según él, logró su objetivo y desde ese entonces se le conoció como el “iluminado” o el “buda”, dando comienzo al budismo. Muchos entonces comenzaron a aceptar sus enseñanzas, como por ejemplo, que la iluminación yace en el “camino medio”, y sus “Cuatro Nobles Verdades”: primero, vivir es sufrir; segundo, el sufrimiento es causado por un deseo o atadura; tercero, se pueden eliminar estas ataduras; y cuarto, esto se logra finalmente con la meditación. Así que Buda solamente señaló el camino para encontrar esta iluminación. Pero, ¿qué pruebas entregó Buda para defender sus enseñanzas? Ninguna. Sólo su enseñanza y nuestra fe. 

 
Por su parte, Confucio fue un filósofo chino del siglo V a.C. que fundó el Confucianismo, un sistema ético más que religioso, que se centra en lo terrenal más que en lo celestial. Confucio pensaba que para ser una buena persona y ganarse la salvación era necesario venerar a los antepasados ya muertos cuyos espíritus controlan la suerte de los descendientes vivos, y también que los más jóvenes debían reverenciar a los más ancianos de la familia. Así que enseñaba que no existe la necesidad de un Dios, sino que todo está en poder del hombre. Pero, ¿qué pruebas entregó Confucio para defender sus ideas? Ninguna. Sólo su filosofía y nuestra fe. 


En el siglo VII d.C. Mohammed, más conocido como Mahoma, afirmó que el ángel Gabriel se le había aparecido en La Meca, en Arabia, para revelarle que había sido escogido por Dios como su profeta. El mensaje recibido era que todas las religiones del mundo eran falsas, y que los judíos y cristianos habían recibido el mismo mensaje pero lo habían malentendido. Así que Mahoma debía fundar el Islam, la única religión, y sustentarse en el Corán, la única revelación de Alá, y que él era el último mensajero de Alá. Desde entonces, son millones de personas en el mundo que aceptan y profesan la religión musulmana, orando sagradamente en mezquitas en dirección a La Meca. Pero, ¿qué pruebas entregó Mahoma para defender sus visiones? Ninguna. Sólo su palabra y nuestra fe. 


Pero, ¿qué hay del Cristianismo? El Cristianismo está fundamentado en las palabras de Cristo. Y Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6) ¿Puede Cristo demostrar que sólo Él es el único camino y que no hay otro? Pues bien, esta es exactamente la misma pregunta que le hicieron sus contemporáneos judíos. A diferencia de todas las otras religiones, a Jesús se le cuestionó la veracidad de sus palabras y le exigieron una prueba para demostrar que Él decía la verdad. Ante esta demanda, Jesús dijo: 

“El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” Mateo 12:39-40 

¡Tenemos una respuesta clara y precisa! La gran prueba para demostrar que Jesús decía la verdad sería su muerte, sepultura y resurrección de entre los muertos. La Biblia afirma que Jesús resucitó tal como la había dicho. Pero, ¿hay alguna evidencia real de la resurrección de Cristo? Aunque muchos se nieguen a aceptarlas, hay dos evidencias irrefutables de la resurrección de Jesús. Contrario a lo que la mayoría cree, el cristianismo no se basa en una fe ciega, sino que hay pruebas objetivas que la apoyan. Dos pruebas que son suficientes para callar la boca de cualquier enemigo y aceptar que el cristianismo es la verdadera fe y que el resto de las religiones están equivocadas. 

Primero, tenemos a un Cristo histórico y una tumba vacía. Es cierto, podemos no creer en las palabras de Jesús. Es más, podemos no creer en Jesús. Pero lo que NO podemos hacer es borrar a Jesús de la Historia. Jesús fue alguien real. Nadie en el mundo ha tenido más evidencia histórica de su existencia que Jesús, y nadie en el mundo ha tenido más influencia en la Historia que Jesús. ¡Y su tumba está vacía! Una tumba que era conocida por todas las personas de su época, y cuando resucitó nadie, ni los romanos, ni los fariseos, ni la gente de su época, pudo discutir que su tumba estaba vacía. Esta es la gran diferencia entre el Cristianismo y cualquier otra religión. Buda, Mahoma, Confucio, y cualquier otro personaje influyente murió y sus restos están puestos en sepulcros donde se han levantado templos y mezquitas, momificados y envueltos en estatuas, pero ¡la tumba de Jesús está vacía!


Y segundo, hubieron muchos testigos que vieron a Jesús vivo después de haberlo visto crucificado, muerto y sepultado, entre los que se cuentan más de quinientas personas que lo vieron a la vez (1 Corintios 15:6), muchos de ellos predispuestos a rechazar cualquier tipo de resurrección física y dispuestos a negar haber conocido a Jesús por temor a morir, pero que más tarde propagaron su testimonio a todo el mundo, y estuvieron dispuestos a morir crucificados, quemados, azotados, decapitados, desollados, y de las peores maneras posibles, por defender el testimonio de haber visto a Cristo resucitado. Sin duda, haber visto a Jesús vivo provocó en ellos un cambio radical y profundo, al punto de proclamar sin miedo esta noticia a todo el mundo hasta el día de hoy: ¡Jesús ha resucitado de entre los muertos! 

De manera que para destruir completamente el cristianismo basta simplemente con demostrar que Jesús no resucitó de entre los muertos. Esto sería suficiente para acabar de raíz con el evangelio. ¡Pero cuidado! Porque si Jesús realmente resucitó de entre los muertos, no sólo demostraría que Él decía la verdad, sino también demostraría que Jesús es el único camino hacia Dios, y que ninguna otra religión del mundo te puede salvar. ¡Te desafío a demostrar lo contrario!